lunes, enero 24, 2005

El espectáculo de la justicia.

Apenas se había hecho el espectáculo de “leerle la cartilla” a los reclusos de La Palma para que los delincuentes vieran que el gobierno es el que manda en las cárceles... Y ¡bolas!... Seis muertitos en el penal de máxima inseguridad de Matamoros, Tamaulipas. El problema es que los cadáveres correspondían a empleados y a guardias de seguridad, ya ni siquiera a internos...

Así fue. En el que se supone es el tercer penal que debiera ser más seguro en el país, ¡Cuas! Acribillan con armas de fuego a los empleados. Y nadie sabe nada. Obviamente, este hecho le cayó como cubetada de agua fría a las autoridades federales, sobre todo a las de seguridad pública que durante los últimos días habían jurado y perjurado que en ningún cereso se les iba a rebelar la raza como en La Palma...

El asesinato de seis personas se suma a la fuga de tres internos de las Islas Marías, que ocurrió apenas hace unos días... Y al homicidio de otro interno en Colima. Y a esta nueva guerra contra el mundo del crimen que, ahora, se libra en territorio que se supone debería ser exclusivo del gobierno...

Tal vez los narcotraficantes que mandan en las cárceles están inconformes porque no se sienten seguros en los penales y por eso están protestando. Tal vez están aferrados en esa lucha de querer seguir haciendo de las suyas y, en la medida en que el gobierno está haciendo algo bien, estos criminales están presionando de una forma sanguinaria...

Lo cierto es que el problema está tan canijo que el presiChente se regresó de Cancún y mandó a traer al gabinete de seguridad en carácter de urgente. Todos a Los Pinos para darles otro jalón de orejas...

Antes de eso, el propio presiChente había asegurado que su gobierno dará la "madre de todas las batallas" contra el crimen organizado y el narcotráfico, y que “no tolerará” ninguna irregularidad más en los penales federales... ¡Híjole! ¿Cómo le explico? Después lo enterarían de lo ocurrido en Matamoros...

Así que al momento de contarle esto, las regañadas estaban de a peso en Los Pinos. Martin Huerta, con la experiencia que le dejó lo ocurrido en Tláhuac, ahora sí se apuró a sacar un boletín de prensa en el que daba cuenta de los hechos. Pero el escándalo ya está calientito y habrá que ver en qué termina...

Lo cierto es que la guerra está declarada. En cada cárcel los grupos de poder están iniciando una lucha en contra de la autoridad, como si fuera una estrategia para derrocar el control penitenciario. Pero el verdadero problema es que, cuando se logre calmar a esa escoria, ¿a dónde van a mandar a todos esos criminales rebeldes si en ningún lugar pueden estar quietos?, ¿cómo los van a controlar para evitar que vuelvan a hacer lo mismo?... Una pregunta para la araña...

1 comentario:

Anónimo dijo...

Tienes razón en tus aseveraciones, pero qué hay de la relación entre el gobierno y el narco, no es un secreto que muchas de las capturas y decomisos no son mas que un teatro para aparentar esa "lucha" contra el narcotrafico, cuando la realidad es otra.