martes, enero 18, 2005

Los pobres presos de La Palma.

Si usted pensaba que en este mundo pocas cosas podrían sorprenderle, nada más hay que ver a los familiares de los internos del penal de máxima inseguridad de La Palma, quienes ahora se quejan de las medidas tan “estrictas” que existen en ese sitio que se ha convertido en la burla del sistema de impartición de justicia federal... ¡Ja!

Para entrar a La Palma se debe ser integrante de la élite de los delincuentes. No crea usted que cualquier corriente y pelafustán cumple su condena ahí. Deben cumplir con requisitos como ser secuestrador de rancio abolengo, capo del narco, asesino de político famoso, multihomicida y oficios por el estilo.

Además, la mayoría tiene cuentas millonarias en el banco, o bien, cuentan con una red de personas a su servicio que transforman su reclusión en una especie de periodo sabático o temporada vacacional.

Es decir, se trata de lo peor de lo peor, pero como se supone que la mayoría tiene mucho dinero, amigos poderosos y poder oculto, pues hacen lo que se les antoja, mandan a los policías por los refrescos y hasta les piden armas para matar ahí mismo a sus adversarios.

Ante tanto desgarriate que no se pudo ocultar, al gobierno no le quedó otra que hacer más desgarriate. Primero, como siempre ocurre cuando de plano no pueden con los problemas, mandaron al Ejército a tomar el control de la cárcel. Y ahí están los soldaditos, cuidando que los policías federales cumplan con su trabajo y no se conviertan en meseros, bell boys, recamareros y mensajeros de los “huéspedes”.

Luego, realizaron una razzia así como para demostrar que quien manda es el gobierno y no los delincuentes... ¡Doble ja! Como si una golondrina hiciera verano... Sorpresivamente encontraron de todo lo que supuestamente no debía haber en la celda de un sentenciado que purga su condena en una cárcel de máxima seguridad: celulares, comida, armas punzocortantes, droga y muchas “perlitas” más...

Y después de todo esto que le cuento, los familiares de esa “gente” tan especial se quejan y quieren que los traten como a René Bejarano, que casi casi mudó la sala de su casa a la celda que le asignaron, o como a Augusto Pinochet que cumple con un arresto domiciliario en su casa... Eso ya es el colmo del cinismo...

¿Sabe qué? Pareciera que a esos familiares los están asesorando los maestros cetegistas o el dirigente de alguna de esas organizaciones sociales que ya encontró su modus vivendi a partir de chantajear al gobierno... Mire usted: pedir que los traten bonito a esos cuates que son la escoria de la sociedad, que mataron, que violaron, que secuestraron, que traficaron, ya es pasarse de listos...


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