Elideth Lozada Villegas
(11:20) Es cosa de burla el que se les llame penales de alta seguridad, cuando entra todo tipo de droga, armas, teléfonos celulares y hasta televisiones de plasma, de acuerdo con el más reciente cateo realizado en La Palma.
Ahora, para rematar, la fuga de reos de Las Islas Marías.
No es entendible que estos reos que viven en la semilibertad hayan decidido marcharse de este paraíso tropical.
Las Islas Marías se ubican a 140 kilómetros del puerto de San Blas, en Nayarit, y opera como colonia penal desde principios del siglo pasado
De acuerdo con el estatuto de las Islas Marías, en su articulo 3 señala que “el Ejecutivo Federal puede permitir que en las Islas Marías residan elementos no sentenciados, familiares de los reos, o cuando sea conveniente para los servicios públicos o el desarrollo de las riquezas naturales, siempre que se sujeten estrictamente a los Reglamentos y condiciones que se les impongan”.
A principios de 1905, Porfirio Díaz compró el archipiélago de las Islas Marías por 150 mil pesos y a mediados de ese mismo año, decidió convertir estas islas en una colonia penal. Dos años después ya vivían en la María Madre 190 reclusos y un profesor. Una vez terminada la lucha armada de 1910, el presidente Álvaro Obregón utilizó el penal de las Marías para encarcelar delincuentes comunes y políticos opuestos a su régimen, y Calles mandó a las Islas a muchos de los prisioneros de la rebelión cristera.
En 1939, Lázaro Cárdenas da a conocer el estatuto por el cual el penal queda bajo la responsabilidad de la Secretaría de Gobernación, y que entra en vigor a principios de 1940.
Durante las décadas de los cuarenta y los cincuenta llegaron a las Marías las primeras familias de los presos a vivir con los sentenciados, a pesar de que es en esa época cuando surgieron las más horrendas historias de vejaciones, malos tratos y torturas a los reclusos. En aquellos años iban a las Islas los presos considerados más peligrosos, aunque realmente algunos de los sentenciados eran casos patológicos graves, enfermos que debieron estar en un hospital psiquiátrico.
En 1970, el presidente Echeverría viajó al penal donde recibió quejas de los reos sobre maltrato, explotación y mala alimentación, nada extraño para una cárcel. A partir de entonces se ha pretendido cambiar el perfil del penal para convertirlo en un verdadero modelo de readaptación que aproveche las condiciones de la isla.
En la actualidad, los reclusos que ingresan a las Marías deben cumplir ciertos requisitos como ser de baja peligrosidad, tener una condena mínima de dos años a partir del traslado, contar con sentencia ejecutoria, no estar a disposición de alguna autoridad judicial o administrativa, no pertenecer a grupos delictivos organizados, tener entre 20 y 50 años, estar sanos física y mentalmente, y ser personas de bajos ingresos.
Otra instancia que se recuerda es El palacio negro de Lecumberri y sus historias de tortura y vejación, albergue de personalidades y perseguidos políticos como José Revueltas, el líder obrero Demetrio Vallejo, Gregorio Cárdenas y el famoso Pepe el Toro; pero esa es otra historia.
La reciente remodelación del penal de Santa Marta Acatitla, permite muchas facilidades a las internas como tomar cursos y caminar libremente por estas instalaciones.
La inseguridad que priva en el país seguirá de no modificarse las leyes y evitar la corrupción en las cárceles en donde se vende desde artículos de aseo personal hasta protección y privilegios como los de René Bejarano y Carlos Ahumada.
Aunque la jaula sea de oro...
miércoles, enero 19, 2005
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