La cueva de los murciélagos

Con una puntualidad suiza, cada tarde, a las 18:00 horas, un estruendo anuncia el inicio de un ritual protagonizado por miles de murciélagos que con orden milimetrico salen a comer y a conservar el equilibrio en un ecosistema de varias hectáreas.
El lugar se encuentra en las inmediaciones de la localidad de Tlalcozotitlán del municipio de Copalillo, en el llamado Cerro del León y en el interior de una zona arqueológica olmeca denominada “Teopantecuanitlán”.
Ahí se ubica lo que ya es conocido como el Santuario de los Murciélagos, ahí está el boquete del que día con día salen y entran en una procesión frenética millones de esos mamíferos alados y cegatones, en busca de un solo objetivo: comer.
Esa población de mamíferos voladores, según estudios ambientalistas, contribuye a mantener el equilibrio de una importante área aledaña a los ríos Balsas y Amacuzac, en la región Norte del estado, ya que se estima que diariamente consumen una tonelada de insectos.
Por ello, desde hace un año se lucha para que en breve pueda ser declarada área natural protegida por el gobierno federal.
Según los lugareños, como Melesio Solano Ortiz, el cerro está hueco, en su interior hay un río; sin embargo, ellos sólo se introducen a sacar el excremento de los animales que sirve como abono para los pocos cultivos que logran extraer de la tierra en una zona semidesértica como lo es Copalillo.
De acuerdo a datos de la Secretaría del Medio Ambiente estatal, en esa cueva se han identificado cuatro variedades del tipo insectivoro, polinivoro, hematófago y frutivoro.
“Si no existieran, habría una gravedad de plagas en las cosechas e insectos en las comunidades. Además tienen otras funciones. Por ejemplo, se detectó una especie que es polinifera, y que gracias a ella existe la distribución de semillas de cactáceas y el agave”, declaró el lugareño.

LA MISMA RUTA A CIEGAS

La cueva se encuentra a una hora de recorrido de la cabecera del municipio indígena de Copalillo, ubicado en la región Norte del estado. Un municipio que se ubica entre los más marginados del estado, pero donde también se han descubierto ruinas arqueológicas.
Luego del estruendo inicial, empieza a salir la columna de animales alados, convirtiéndose en una cortina que incluso nubla el cielo despejado. Su presencia impresiona a los extraños, mientras que los lugareños ya están acostumbrados a la movilización.
Durante varios minutos van saliendo, cientos, miles de murciélagos. Dicen los especialistas que primero salen los insectivoros y luego los frugívoros, en un orden establecido por la naturaleza que se ha conservado durante un número incuantificable de años.

LA IMPORTANCIA DE LOS MURCIELAGOS

Ahí, en ese lugar semidesértico, donde el calor de verano hace hervir la tierra, se encuentra la cueva del murciélago, de la cual hasta el momento especialistas han recorrido hasta cuatro kilómetros de distancia en su interior, lo que indica, según ellos, que es todavía mucho más larga y grande.
Sin embargo, hasta el momento se han identificado siete especies de murciélagos, aunque oficialmente se pretende ampliar los trabajos de biología sobre ese animal al interior de la cueva.
De acuerdo a un reporte de la Secretaría del Medio Ambiente estatal la cueva conserva una de las mayores poblaciones de murciélagos de las que se tenga registro.
“Los murciélagos insectívoros proporcionan el importante servicio de control de plagas agrícolas sin el cual los agricultores perderían una buena parte de su cosecha y además estarían obligados a incrementar significativamente la aplicación de plaguicidas, lo cual iría en detrimento directo del producto agrícola, de los pobladores locales, del medio ambiente, y de los propios murciélagos que habitan la cueva”, establece el documento.
Adicional a ello, en ese lugar natural es una fuente “del mejor fertilizante orgánico conocido: el guano de murciélago”, el cual es utilizado también en actividades agrícolas.
Por ello, la evaluación gubernamental indica que se debe ordenar la extracción de guano de manera que se minimice la perturbación sobre las poblaciones de murciélagos y se eviten daños irreversibles sobre todo en períodos en los que la población es más vulnerable como por ejemplo durante la época de cría o de migración”.
Asimismo, se reconoce que la cueva tiene un destino ecoturístico que debe ser explorado de manera responsable y cuidadosa: “la salida de los murciélagos en esta cueva es un espectáculo extraordinario que, de ser bien manejado podría convertirse en una alternativa más para generar fondos adicionales para la comunidad”.
Sin embargo, se alerta que no debe haber alteraciones en el medio interno de la cueva (temperatura y humedad) y la acumulación de sustancias de deshecho (basura) en su interior, así como evitar las frecuentes visitas al interior, ya que eso incrementaría el estrés en los murciélagos.
Adicionalmente, los habitantes de ese nicho natural son identificados como responsables de una gran proporción del proceso de dispersión de semillas, ya que contribuyen a la polinización de muchas especies de árboles y otras plantas, como el agave, el chicozapote, el zapote negro, el nanche, la guayaba y diversos tipos de cactáceas.