viernes, enero 07, 2005

Internacional. Abusó sexualmente de más de dos mil adolescentes.

Glyn Martin, un hombre de 53 años, dedicó los últimos quince años a abusar sexualmente de más de dos mil adolescentes. Así como lo leyó: durante todo ese tiempo, este sujeto se dedicó a saciar sus instintos de una forma tan ruin y pervertida que indigna.

Sólo intente usted imaginar a dos mil mujeres adolescentes, quienes eran enganchadas por las hijas de este sujeto; llegaban a su domicilio y ahí les administraba pastillas para dormir, haciéndoles creer que se trataba de vitaminas. Posteriormente, abusaba de ellas. ¿Puede usted concebir semejante hecho?

El perverso sexual está divorciado, fue director de un colegio y, según los registros de la policía británica, desde 1988 se dedicó a esa actividad. Incluso, en su hogar fueron encontradas casi seis mil fotografías correspondientes a dos mil 149 de sus víctimas. ¿Usted puede imaginar semejante cantidad de imágenes?

Algo todavía más preocupante de lo que le he contado hasta el momento, es que junto con las fotografías se encontraron notas –algo así como un diario del terror—en las que el acusado describía con detalle como asesinaría a sus víctimas. Según los datos con que se cuenta hasta el momento, Glyn Martin colocaba esas notas sobre los cuerpos de las adolescentes adormecidas y luego las fotografiaba.

Una de las notas describe lo siguiente: "La muchacha tiene nueve años. Está muerta. Le puse la mano en la garganta. No duró mucho". Otra decía: "Tiene once años. Morirá esta noche. Es una buena chica. Quiero que sufra..." Sin comentarios.

A pesar de todas estas pruebas incriminatorias, el acusado ya se declaró culpable de 57 casos de abusos sexuales, secuestro, tratos deshonestos con menores, administración de substancias nocivas y fotos indecentes. ¿Y qué pasa con las otras dos mil víctimas?

Como le comentaba al principio, casos como el de Glyn Martin podrían estar ocurriendo en Acapulco. Los pedófilos y quienes se dedican a prostituir a menores de edad operan con tal libertad que es difícil concebir el número real de víctimas de ese tráfico sexual.

Lo cierto es que quienes trafican y consumen a menores de edad con fines sexuales son como los ovnis: todo mundo sabe que existen, pero por alguna razón las autoridades lo desconocen, y si lo saben, simplemente están impedidos legalmente para hacer algo o, por alguna casualidad, se limitan a cruzarse de brazos.

Es un problema creciente que ubica a Acapulco como uno de los destinos preferidos en el mapa de del turismo sexual a nivel mundial. Es un asunto complejo porque no sólo combina la falta de principios y perversión de quienes utilizan ese tipo de “servicios”, sino también porque para muchos se ha convertido en un modus vivendi.

Casos como el de Glyn Martin ocurren en la privacidad, de forma silenciosa, discreta. Piense tan sólo un momento en cómo cambió la vida de esas dos mil adolescentes que fueron abusadas sexualmente. Reflexione ahora la situación en la que se encuentran muchos niños acapulqueños que no tienen mayor defensa ni aspiración que la de servir a los gustos de los “güeritos”.

Tal vez algún día se documenten casos como el que le he comentado en este espacio. En ese momento, la sociedad se indignará, los políticos vociferarán, prometerán acciones severas, pero, al paso del tiempo, simplemente las cosas seguirán iguales.
¿Cuál será, entonces, el futuro de Acapulco como destino del turismo sexual? ¿Hasta dónde llegarán las mafias que se dedican a la prostitución de menores? ¿Hasta dónde son capaces de llegar quienes por unos cuantos dólares pueden disponer a su entera satisfacción de un niño para cometer actos inmencionables? Las preguntas quedan en el aire. Esperemos que la realidad no nos revele una cruel verdad de lo que hacen los monstruos que no vemos.

No hay comentarios.: