Antonio JIMÉNEZ GÓMEZ
El alcalde Saúl Alarcón Abarca admitió ante Novedades Chilpancingo que cuenta con una nómina secreta, con la que paga a más o menos 25 reporteros y columnistas para que hablen bien de su tan deteriorada y maltrecha administración. A decir del munícipe, otorga “apoyos” de entre 200 y mil 500 pesos.
Esta afirmación llama la atención de principio a fin, porque nos permite dar cuenta de la visión que tiene la autoridad municipal del quehacer periodístico, revela el rol que juega en un presunto ambiente democrático y pone en duda la legitimidad de sus buenas acciones ya que, como el mismo confirma, son motivadas por el alto sentido que le tienen algunos timoratos a los héroes nacionales... principalmente los que aparecen en los billetes de 100, 200, 500 y tal vez de a mil.
Sobre la “nómina secreta”, llama la atención el hecho de que, a estas alturas del partido, cuando se supone que hay una estrecha vigilancia sobre el uso de los recursos públicos, cuando se supone que la Auditoría General del Estado vigila la forma en como se ejercen los presupuestos, todavía se hable de “nóminas secretas”.
Ello contribuye a despertar la sospecha, ya que si el alcalde cuenta con una partida presupuestal que puede manejar con total discrecionalidad para comprar a algunas inteligencias para que hablen bien de él, o por lo menos que no hablen tan mal, también podría tener algún recurso por ahí escondido para ayudarle a su hijo a que haga su precampaña, o para autoregalarse algún bonito a la “productividad”, o para cooptar a sus críticos y comprar voluntades...
¿Cómo comprueba esos gastos? Acaso será que periodistas, amigos, achichincles, “comadres” y un sin fin de parientes y cuates han pasado a engrosar la nómina “secreta” del ayuntamiento y por eso se ha incrementado estratosféricamente como también denunció oportunamente Novedades Chilpancingo?
Pero, finalmente, Saúl Alarcón Abarca está repitiendo el mismo esquema de relación prensa-gobierno que aprendió en los tiempos ñeque sí intentaba hacer política, en aquellos ayeres en los que él era joven y el priísmo marcaba la pauta en el condicionamiento de los diferentes subsistemas sociales para consolidar y mantener la llamada “dictadura perfecta”.
José López Portillo habría pasado a la historia con aquella memorable frase que acuñó en uno de sus momentos más intensos de su relación con el gremio periodístico: “no pago para que me peguen”. La cultura priísta-gubernamental pondría el adorno a la frase en el sentido de: pago para que me vean más inteligente, trabajador, dedicado y responsable. Para que no vean lo inútil, borracho, mujeriego, corrupto y nefasto que soy.
Y esa tesis, con sus adaptaciones por lo pequeño del espacio y de la responsabilidad, se aplica con exactitud al alcalde de Chilpancingo, quien ya no pide más que corran los meses para demostrarles a todos que sí sobrevivió el periodo y que ya lo dejen descansar.
Como quiera que sea, la dizque máxima autoridad municipal –es lo oficial, aunque no sea lo real—aceptó que compra a algunos intentos de mercenarios de la información para que hablen bien de él. Perolo que da pena ajena, es la manera tan vil y barata en que lo exhibe: callar o motivar a que lo vean como lo máximo que le pudo haber pasado en Chilpancingo, le cuesta 200 pesos quincenales en algunos casos, a quienes les va bien, cobran hasta mil 500.
¿Se imagina: Que un periodista venda su voluntad por simples y devaluados 200 pesos a la quincena? Sabido es que muchas empresas periodísticas en la capital del estado pagan a sus reporteros verdaderas miserias, los que los orilla a caer a la corrupción, a aceptar ese tipo de “apoyos” que humillan, degradan la dignidad de quien se dedica a una noble profesión.
¿Qué tendrá en su cabeza el alcalde que piensa que con 200 pesos a la quincena puede comprar una conciencia? Mejor que los invite al pozole, se podría gastar más y no se vería tan humillante. Pero peor aún. ¿Qué tendrá en su cabeza aquel que se hace llamar periodista y que acepta un soborno de 200 pesos para condicionar los mensajes que genera para la sociedad a la cual se debe?
Se trata de una relación perversa, inmadura, antidemocrática, oscura, vergonzosa. Se trata de la pueril vanidad de los políticos que piensan que comprando periodistas van a cambiar su imagen ante la gente, cuando es su trabajo, su actitud ante los problemas lo que los sitúa en el contexto que merecen.
Lo cierto es que, aunque para muchos la declaración del alcalde Saúl Alarcón Abarca es una de sus “perlas” que acuña de forma cotidiana. Sin embargo, sería necesario que se revalorara la actuación de esa autoridad a partir del manejo de sus “nóminas secretas” y de su intención manifiesta de comprar a la gente para que hablen bien de él.
El gremio periodístico debe ir rompiendo las cadenas que lo atan al psado, al retraso, a seguir siendo en muchos casos simples corifeos de los hombres del poder en turno. Debe trabajarse para que haya una prensa más profesional, investigadora, crítica, que responda a los intereses de la sociedad, y no a quien esté dispuesto a pagar 200 pesos. ¡Qué lástima me da!
Correo electrónico: agenciainfogro@yahoo.com.mx
martes, mayo 17, 2005
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