Maremoto en Acapulco.
Antonio JIMÉNEZ GÓMEZ
Las cifras son aterradoras: 70 mil muertos, 30 mil heridos. Las imágenes son impactantes: olas que devoran lo que encuentran a su paso, dejando destrucción y muerte. La situación es alarmante: millones de personas sin hogar y prácticamente sin alimentos ni agua potable, el riesgo de tremendas infecciones a causa de tantos cadáveres y agua contaminada.
Un escenario dantesco provocado por un maremoto. El peor sismo de los últimos 40 años se registró en el Océano Indico y provocó un movimiento de aguas oceánicas que prácticamente borró del mapa a más de cinco países. La magnitud del hecho recorrió miles de kilómetros, dejándose sentir incluso en costas africanas.
Una hora después del sismo, las olas gigantes barrieron con un territorio donde se combina la pobreza de sus habitantes con lo que fueron grandes megadesarrollos turísticos en Tailandia. Dos horas y media después, esas olas recorrieron mil 600 kilómetros y barrieron con la costa de la India y Sri Lanka.
Este podría ser un hecho lamentable sin mayor trascendencia para los guerrerenses. Sin embargo, conviene analizar lo ocurrido en los archipiélagos asiáticos, ya que la costa estatal se encuentra frente a la placa de Cocos, una de las zonas de mayor sismisidad del mundo y, con ello, de mayor potencial de riesgo en lo que se refiere a la ocurrencia de un maremoto.
Los movimientos telúricos en Guerrero normalmente se generan frente a las costas o en zona continental. Sin embargo, no se debe olvidar que desde hace un par de años están dadas las condiciones geológicas para que se suscite un temblor de alta magnitud, lo que –dependiendo del punto del epicentro—podría generar un desastre similar al ocurrido en Sri Lanka, Indonesia e India.
Por ello es conveniente reflexionar sobre si existe la capacidad de afrontar un riesgo de semejante magnitud, no sólo a nivel del sistema de atención de emergencias por parte de las instancias gubernamentales de los tres niveles, sino también a nivel de grupos organizados de la sociedad.
Durante muchos años se ha trabajado en la promoción de la cultura de protección civil, principalmente enfocados ante la ocurrencia de sismos y huracanes. Sin embargo, ¿existirá la posibilidad de reducir los daños que provocaría un tsunami en Acapulco, Zihuatanejo y los más de 500 kilómetros de costas?
Se lo comento porque la Dirección de Riesgos Geológicos del Centro Nacional para la Prevención de Desastres, aceptó que México no tendría "ninguna defensa" en caso de enfrentar un maremoto o tsunami similar al que ocurrió en Sri Lanka, Indonesia y Tailandia.
El titular de esa área, Carlos Gutiérrez, declaró a un medio de circulación nacional que aunque estuviera automatizado el servicio mareográfico del Instituto de Geofísica de la UNAM --que cuenta con nueve estaciones en el Pacífico y seis en el Golfo--, sólo se contaría con dos minutos para desalojar la costa en situación de riesgo. Sólo dos minutos...
Los hechos que ocurren en otras partes del mundo necesariamente nos deben motivar a aprender y prevenir. No se debe esperar a que una gran ola devaste algún municipio de Guerrero para que las autoridades empiecen a pensar de forma seria en lo que se debe hacer.
El año cierra con muerte y destrucción provocada por un fenómeno que se puede presentar en cualquier costa del mundo. No debemos pasar por alto ese detalle, porque en el futuro es lo que puede hacer la diferencia.
Correo electrónico: agenciainfogro@yahoo.com.mx
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